El
sueño es anormal
Ninguna
guerra la tenemos para ganar y una característica de esta revolución es que
justamente ha evitado siempre la confrontación en el marco de esta guerra que
es el capitalismo, porque los únicos que van a ganar con la confrontación en
esta guerra y los únicos que la están promoviendo son las grandes
transnacionales porque están jodidas, pues la guerra sistemática que libran
todos los días en las fábricas y campos esclavizando gente, no les es
suficiente y necesitan que todo el planeta se vuelva guerra en confrontación abierta,
a fuego. Por eso la conciencia no está dada porque le quitemos a coñazos a
otros las cosas, la conciencia está dada porque sepamos los pasos que tenemos
que dar, porque tenemos un plan, porque tenemos un proyecto, porque entendemos
el momento histórico, porque lo manejamos.
Los
pobres en Venezuela tenemos conciencia de estar en medio de una revolución. Que
no hayamos elaborado un proyecto para vivir de otra manera eso es otra cosa, no
lo hemos hecho, es cierto y por eso un pequeño grupo como nosotros (y seguro
otros más) estamos sentados aquí discutiendo. Si algún día habrá que llegar al
plano de la guerra de los tiros, las bombas y el coñacero e muertos masacrados,
no es porque nosotros la llevemos sino porque las necesidades históricas, el
tiempo histórico así lo determine, pero no porque nosotros sigamos siendo
pendejos que nos enfilamos en los ejércitos de los dueños por gusto.
Porque
tenemos una altísima conciencia, porque aprendimos a escuchar, por ejemplo a
Chávez, cada obrero, cada campesino, aprendimos a escuchar a Chávez, lo
aprendimos a escuchar muy bien y por eso votamos por Maduro. Mucha gente aquí
se queja de que ¡que bolas que capriles sacó 7.000.000 votos!, pero es que eso
es lo normal en un país capitalista, lo normal es que todo el mundo votara por
Capriles.
Porque
cuando tú te paras a trabajar o a estudiar ¿a dónde crees que vas? ¿Vas a una
universidad socialista? ¡No!, cuando te paras a trabajar ¿vas a un espacio de
trabajo socialista con un poco de gente a trabajar comunitariamente?, ¡no!,
usted va a trabajar a una empresa que tiene que producir plata.
Ahora,
esa empresa, los administradores de esa empresa están en el marco de la
contradicción de la revolución porque es una empresa administrada por el Estado
en medio de una revolución y nos permite que estemos aquí reunidos y que
podamos conversar con los compañeros, esa es la contradicción de la revolución.
O nos permite que los compañeros del INCES nos cedan sus espacios para
alojarnos y discutir y comer y hacer estas discusiones. Es decir, nos permite,
en medio de la guerra en que estamos, que podamos pensar en una idea y no estar
de trinchera en trinchera disparando y esquivando balas, como estuviésemos de
haber perdido el gobierno y como de hecho estuvimos los primeros días luego de
que ganó Maduro, porque no querían reconocer su derrota electoral.
Pero
así como esos compañeros nos permiten eso, hay una cantidad de gente en el
INCES que anda conspirando para que fracasen todo estos intentos y anda un poco
de gente en CVAL conspirando para que fracasen también estos intentos. En ese
mismo marco de la contradicción, hay unos compañeros en el seno del ejército
que están favorables a crear otra cultura fuera del marco capitalista y con
toda razón pensando en el cuestionamiento de la existencia del ejército mismo,
pero hay un sector del ejército, burgués, aspirante, que está favorable a
devolverle los reales a las transnacionales.
La
gente que pide honestidad por ejemplo en el gobierno ¿qué está pidiendo? está
pidiendo que le administren bien la plata al capitalismo, porque el capitalismo
es el que produce la plata. La lógica, en el marco de esta revolución, sería
que si hubiese una conversa, un concepto, un plan, en vez de nosotros
administrarle la plata al capitalismo en el INCES, en CVAL, en todas las
empresas y proyectos del gobierno, financiáramos el socialismo, eso sería la
lógica.
Pero
es una contradicción, porque lo anormal es financiar el socialismo con el
dinero que produce el capitalismo, lo anormal, lo extraordinario, es que
nosotros hayamos sacado siete millones y medio, eso es anormal en el marco del
capitalismo, que apoyemos algo que no existe, que no conocemos y no
conformarnos con ser explotados, eso es lo extraordinario, lo asombroso en el
capitalismo.
Mentiolate
para pensar
Comprender
el problema de pensar, la intencionalidad de pensar, de quitarnos el discurso
viejo que tenemos encima, porque nosotros somos ideológicos, sobre todo los que
militamos en izquierdas, porque cargamos pegostes ideológicos en el cerebro y
tenemos una conceptuación de la revolución, como que la revolución fuera un
cristo, un dios, una vaina así, que viene de una parte lejana y nos salva, un
mesías, una guevonada de esas, que el socialismo está allá en el horizonte, que
lo construyen individuos héroes, cuando venga el socialismo, ¡de donde
coño va a venir nada!, si nosotros no
nos atrevemos a deshacernos y a construir, no será posible el socialismo,
porque no viene, no nace, no está en algún lado esperando, ni caerá del cielo,
ni lo producirán los libros. La revolución no resuelve nada que no sea la
destrucción de la sociedad que habitamos.
Ahora
en el marco de esa contradicción estamos todos nosotros, íngrimos, cimarrones,
tratando de intentar conversar sobre un concepto distinto al que conocemos. Eso
da miedo, claro que da miedo, cada vez que tú no sepas una vaina eso asusta,
caminar en lo oscuro, eso asusta, no es fácil, no es sencillo, ¡ah! pero
nosotros queremos que los afectos comerciales que nos acompañan hoy, que se
llamen como le queramos poner el nombre, nos acompañen en el socialismo.
Nosotros
queremos que las comodidades que hay en el capitalismo, esos afectos
comerciales, esos caprichos consumistas, trasladarlos al socialismo sin
entender que esas comodidades obedecen a la esclavitud de las mayorías,
sostienen la guerra que nos quiere joder, y participar de esas comodidades, de
esos caprichos, desearlos, buscarlos, nos convierte en soldados de la guerra,
defensores de la guerra, que es el capitalismo.
Cuando
nosotros pensamos en socialismo estamos pensando en llevarnos las comodidades
del capitalismo pallá, pero eso es imposible, o buscas ser socialista, si es
que tenemos que ser socialista o caraotas azules o como se llamara la cultura
futura o eres capitalista y ahí nos secamos. No tenemos otras opciones.
Ahora
¿cómo pensamos nosotros? Como capitalistas, todo el discurso nuestro es
capitalista, y la intencionalidad es que nos pensemos, que lo intentemos, que
hagamos un esfuerzo, que reflexionemos, que nos quitemos de encima el que “estoy
es cazando a Maduro para ver cuándo se equivoca, estoy es viendo a ver el
ministro ese que nombraron para ver qué es lo que va a hacer, porque yo creo
que Chávez no es Maduro, porque el tipo. ¡Mira no, no, no es Chávez!, yo creo
que Maduro como que se está vendiendo a las transnacionales porque fue a
negociar con no sé quien coño en Brasil”.
Cuando
perdemos el tiempo en esas bolserías, no nos damos cuenta que lo más importante
en este tiempo es que la revolución nos ha quitado el látigo un momentico del
lomo, el látigo ese de la política de los dueños, del pensamiento, de que no te
persiga un maldito policía porque piensas, que podamos estar reunidos aquí y
que a lo mejor hay un carajo de la DISIP aquí, del SEBIN, sí puede estar aquí
claro que sí. Y a quien le van a llevar información, le dicen: “allá hay unos
carajos discutiendo de política”.
“Bueno
y ¿qué quieres tú que discutan pues?” es lo que le pueden decir los jefes de
ellos allá, pero antes si te montaban un tipo de la DISIP aquí y cuando salías
allá ya estabas agarrado por conspirador. Ese látigo no lo tenemos ahorita y
eso lo logramos los pobres en 1989, quitarnos ese látigo, no fue un gobierno,
no fue una vaina, fue ese proceso revolucionario que produjo un cuatro de
febrero y que produjo un 1998 y que produjo estas últimas elecciones, ese es el
látigo que por ahora y, si pensamos, sea para siempre, nos hayamos quitado de
encima. Aprovechemos que no tenemos el látigo, que no nos estamos sobando, que
no nos estamos echando mertiolate para pensar.
La
ignorancia es lo que nos une
No
nos vamos a sentar a criticar al gobierno, ¿qué ganamos si los gobiernos han
sido criticados, durante diez mil años?, la corrupción toda la vida ha sido
criticada, que si el código de Amurabí, córtale un dedo, sácale un ojo, ojo por
ojo, diente por diente, esa vaina está escrita en toda la filosofía religiosa
del planeta, la filosofía de gobierno, en los diez mandamientos, en toda esa
mierda está hecha la vaina contra la corrupción ¿ha resuelto eso alguna vez
algo? Nunca. Cada día cuando aumenta la riqueza aumenta la corrupción, porque
es proporcional, es normal que todo el mundo quiera tener más plata, ¿Qué hoy
se ve más la corrupción? sí la vemos más, ¿por qué? Porque hoy puedes acusar,
puedes decir aquel está robando la plata y nadie te lleva preso, o te persigue
por acusar al corrupto.
Antes
decías “aquel se está robando la plata” y como mínimo te caían a coñazos, en
otros casos te esperaban los pozos de la muerte, la persecución, el exilio,
entonces la gente se callaba y la corrupción no se veía así, sólo aparecía la
corrupción cada cinco años, cuando venían las elecciones y querían sacar a los
adecos, entonces los copeyanos comenzaban a echarle paja a los adecos, perdían
los adecos, venían los copeyanos a echarle paja: “mira este se robo el sorgo
que trajeron de África, mira que éste se robó los tractores, mira que aquel se
cogió no se que vaina”, así era el tratamiento político a la corrupción.
La
corrupción siempre ha sido el chivo expiatorio, de hecho hay libros, compendios
de la corrupción durante cuarenta años en este país, cada uno, veinte mil casos
de corrupción, uno sólo de esos casos nunca fue resuelto, nunca jamás. Ahorita
vemos a un coñazo de funcionarios presos, pero incluso meterlos presos no va a
resolver nada, fusilarlos, no va a resolver, porque hay una cola tan larga de
gente que se quieren coger esa plata, que mas bien nos cansa estar en esa
pelea, es muy larga la cola, nunca vamos a llegar, y en la cola están cayéndose
a coñazos, coleándose unos con otros, eso es un desastre la cola. En esa cola
están los partidos, los gremios, las iglesias, los ejércitos, nosotros, las
madres, las tías y todo el mundo anda en esa colita, todos andamos en esa
colita, como será eso, que hasta el cayapo se camufla, para vender puestos en
las colas, mientras vende cigarros y café a los mismos que les vende el cupo,
porque el cayapo tiene la capacidad de auto clonarse y cuando la gente llega,
ya hay miles de cayapos en la cola haciendo su agosto, eso no tiene solución. Porque
eso es mucha plata lo que se mueve y demasiadas las ambiciones. La fiebre no es
una enfermedad, es una alarma que te dice que estás enfermo, busca por qué se
te produjo la fiebre, quita la causa para que la fiebre se quite.
Porque
la corrupción ¿qué es? Un anuncio de que la vaina está podrida, la corrupción
anuncia que la sociedad capitalista está podrida. Incluso, eso que llamamos
corrupción es en esencia el capitalismo (obtener botín a costa de otros), por
ejemplo, cuando escuchamos gritar a un carajo “allá va el ladrón, allá va el
ladrón”, es porque la cartera está guardada en el bolsillo del que grita.
Ahora,
no nos vamos a dejar matar por la fiebre, como tampoco por la corrupción,
mientras la causa desaparece. No podemos justificarnos como corruptos, porque
todo está corrupto, porque todo el mundo está robando, no por eso, nosotros
estamos obligados a seguir robando, a desear robar.
Eso
implica asumir una ética, pero el que nos pongamos a predicar “no a la
corrupción”, “no a la corrupción”, no lo va a resolver, porque la gente por
atrás se va a reír como si fuéramos los payasos del pueblo. Puede que estas
vainas molesten pero no encontramos otra
manera de plantear el problema, porque además ignoramos. Desearíamos tener una
vara mágica, que le dijera a alguien “has esto” y que al otro día la gente
saliera contenta a hacer esa vaina, desearíamos tener esa vara mágica, pero no
la tenemos, ni vamos a perder el tiempo buscando lo inexistente para resolver
lo real.
Lo
real es que hay una guerra instalada en el planeta que es en esencia el
capitalismo y que debemos planificar cómo abandonarla, porque en el marco de
ella siempre estaremos jodidos, peleando contra la corrupción y cualquier
cantidad de consecuencias que genera esa guerra. Y debemos planificar
masivamente eso, sin las recetas, ni los panfletos mágicos, con toda la
ignorancia y la humildad que eso implica.
Por
eso nosotros decimos ¿Qué nos une a nosotros? La ignorancia, la ignorancia es
lo único que nos une.
Ninguno
de los que está aquí sabe de socialismo, ninguno de nosotros sabe de eso, por
una razón simple, nunca hemos vivido en una sociedad socialista, por esa razón
no sabemos de eso, pero todos nosotros somos sabios en el capitalismo. ¿Quién
aquí no sabe algo del capitalismo?, así nunca haya escuchado la palabra
capitalismo, todos somos capitalistas, todos somos obreros, o somos
trabajadores del campo, o somos dueños, o somos gerentes, o somos supervisores,
o somos capataces, o somos maestros.
Y la
escuela es capitalista, la iglesia es capitalista, la fábrica es capitalista,
la universidad es capitalista, el hospital es capitalista, todo eso es
capitalista, los museos son capitalistas, el arte es capitalista, entonces
¿cómo hacemos para no saber de capitalismo? si lo practicamos con el cuerpo
todos los días.
Ahora
de socialismo no sabemos y por eso es que estamos aquí sentados, venimos a
interrogarnos, venimos a preguntarnos, es nuestra ignorancia lo que nos trae
aquí, no nuestra sabiduría, porque nuestra sabiduría no le sirve al socialismo,
descubrimos que esa vaina no servía para nada. Todo lo que sabemos, no le sirve
a la otra cultura, por eso vamos juntos a pensar lo no pensado, donde no seamos
más nunca soldados de una guerra que, antes de haber nacido, ya la tenemos
perdida.
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