viernes, 26 de septiembre de 2014

En tiempo revolucionario el bojote humano se tongonea de incomodidad

Ignorancia y revolución

Las revoluciones son hechos que se ignoran, ocurren cuando nadie sabe que van a ocurrir, las revoluciones no están escritas en los libros, se puede hacer análisis previos a ellas, incluso predecir que pueden ocurrir, pero jamás se sabe cómo, cuándo, dónde, quiénes dirigen; podemos sacar conclusiones después que ocurren, podemos decir “en la revolución francesa pasó esto, hubo la toma de la Bastilla”, pero ya eso tiene doscientos años que ocurrió, la revolución soviética 1917, la revolución China en el 1949, la revolución cubana en el 1959, a todas ellas podemos analizar y sacar conclusiones, condenarlas, aplaudirlas y criticar errores, como todo buen sabio prepotente que se ceba en el pasado.
Pero, por ejemplo, a pesar de lo sabio que eran los intelectuales de izquierda y derecha, a pesar de los sesudos análisis de la situación, nadie sabía que estallaría 1989 con toda su carga histórica, y tanto desconocieron, que varios años después se seguía hablando del 1989 como un acto de bandoleros, de criminales, de lumpen. Nadie sabía que el 4 de febrero estallaría una insurrección en el seno de los militares, y mucho menos que estaría dirigida por Chávez, sólo lo sabían los conjurados.

Hoy somos sabios en el 1989 y el 4 de febrero de 1992; incluso preso Chávez, todavía se creía que era Arias Cárdenas el líder, porque era blanco, bien peinado y hablaba pausado, porque para ese entonces los líderes de izquierda, como todos, venían de la burguesía y la clase media. Tenían esas características, se creía que así eran los líderes de la revolución, porque en las revoluciones ya conocidas, los revolucionarios eran así o así se nos vendió la idea de los revolucionarios, que eran sabios y ordenados y nacían en la probeta índica de la burguesía o la clase media.

Nadie nunca se imaginó que podía ser el zambo Chávez y no se imaginaron tampoco que una revolución estallaría aquí en Venezuela, como nunca se imaginaron que, previo a este hecho revolucionario que en Venezuela iba a ocurrir, las grandes transnacionales estaban preparando sus colmillos porque se iba a tomar el estado y lo iban a desbaratar. Venezuela se iba a vender como una franquicia, el petróleo, el hierro, el agua, la montaña, los esclavos, todo eso se iba a vender.

Ya la reforma del estado estaba en proceso, ya los estados regionales, las alcaldías, iban a negociar directamente con trasnacionales. Esos eran los planes que habían en proceso hasta el año 1989 y todo el mundo aplaudía, la izquierda acomodándose, uno que otro de izquierda todavía mantenía ideas, pero en general todo el mundo acomodándose, todo el mundo negociando, ya nadie hablaba duro desde la izquierda, ya la idea de que los proletarios, de que los pobres éramos los sepultureros del capitalismo, de que los pobres podíamos ser parte importante de una revolución, era motivo de burla en los círculos de izquierda, en los círculos universitarios.

Eso ya no estaba en el imaginario de la intelectualidad. Así tampoco nadie se imaginó que la revolución soviética estallaría en Rusia, ni los soviéticos se imaginaron que la revolución en china sería campesina, aunque así lo dijera el campesino terrateniente Mao Tse Tung, ni que a noventa millas de los estados unidos estallaría la revolución cubana en el 1959.

Por eso una revolución nace de la más pura ignorancia y no de los sabios, ocurre cuando nadie la espera, como todas las revoluciones auténticas.

Ahora ¿cuál es la característica de esta revolución, en particular?, es que no ocurre como las conocidas revoluciones anteriores en tal o cual país, no tiene un sello de país. Esta revolución ocurre en el planeta, ahora ¿por qué ocurre en el planeta?, ocurre en el planeta porque al planeta lo dirige un sistema, que se llama el capitalismo (cosa que no sucedía en épocas anteriores cuando sucedieron las otras revoluciones: el capitalismo no había aún copado todo, era local y, por tanto, las revoluciones también lo eran), lo coordina, lo controla, lo mantiene, lo desarrolla, lo destruye un sistema de producción, una cultura, una manera de hacer, un modo de hacer las cosas que se llama el capitalismo, sustentado en un pensamiento o un concepto que es el humanismo, el humano el centro del universo, el humano dador y quitador de la vida, el humano dueño, el humano libre, el humano creador y capaz de crear religiones y quitar religiones, el sustituto de dios, el centro, el padre, el ego, el individuo, eso es el Humanismo. Eso es lo que sostiene un modo de producción que es el capitalismo. Entonces al coparlo todo, esta revolución, que tiene como epicentro a Venezuela, termina teniendo magnitudes planetarias.

¿Es contra el capitalismo la vaina?

Ahora, en el marco de la revolución ¿el capitalismo es combatible? Durante años, durante siglos, los obreros y campesinos del mundo demostraron que no, que no se podía destruir combatiéndolo. Millones de obreros, campesinos, murieron en todo el planeta, combatiendo contra el capitalismo y no lograron derrotarlo.

Siendo que éramos la mayoría, siendo que teníamos capacidades, siendo que se invirtió toda la inteligencia de la clase en ese objetivo ¿qué pasó que no se logró derrotar al capitalismo?, ¿por qué? Porque peleamos con sus propias armas, con sus propios conceptos, con su propio lenguaje, con sus propias formas, porque nos hicimos enemigos como ellos, caímos en su trampa, en su peine, fuimos también enemigos, y nos hicimos eco del odio y lo practicamos y lo imitamos y terminamos reafirmando sus maneras, incluso las perfeccionamos.

Muchas de las técnicas de guerra que hoy ocurren, que aplica el capitalismo contra el proletariado, fueron creadas por el mismo proletariado a través de las infinitas miles de guerrillas que se produjeron en el planeta, a través de los cientos de miles de sindicatos, de organizaciones campesinas, de partidos comunistas, que se crearon en el planeta para combatir al capitalismo. Todos esos mecanismos organizacionales, de seguridad, de armamento de guerra, que diseñó el proletariado, en su lucha contra el capitalismo, tiempos después fueron usados por el capitalismo para destruirnos a nosotros mismos, se usó nuestra propia propaganda, se sigue usando nuestra propia propaganda, se mimetiza, lo corporiza el sistema y nos lo devuelve en mortífera acción.

El humanismo y la idea paralela

Cualquier idea que no vaya en paralelo al humanismo y a su aparato, el capitalismo, será absorbida por el mismo capitalismo. Una idea no se sustituye si no con otra idea, un concepto no desaparece si no con otro concepto. Ahora, si un concepto nuevo se opone contra un concepto viejo, ese concepto nuevo desaparecerá, será tragado por el anterior. Porque el concepto nuevo no tiene armas, no tiene fuerza, no tiene posibilidad de combate, porque al combatir, combatiría con las formas del concepto viejo, por eso no se puede combatir el odio, el hambre, la represión, la pobreza.
Sólo en paralelo se puede crear, a través de la experimentación, otra sociedad. Pero no pretendamos acabar con el capitalismo sembrando más árboles, reciclando plástico o cualquier basura que desecha el capitalismo; no pretendamos acabar con el capitalismo porque le digamos a los niños que no digan groserías, cuando imitamos la bandera y el escudo y las veinte mil mierdas de las trasnacionales que existen, no pretendamos acabar con el capitalismo cuando nos atapuzamos de drogas, porque creemos que eso es ser revolucionario, cuando desconocemos que él la produce y vende y es el que nos hace esclavo para producirla y luego para consumirla, como consumimos harina pan, piedra, carro, bazuco, zapato, chirri, franela, rivotril o cualquier otra droga legalizada o no; es la misma mierda.

No pretendamos combatir al capitalismo con un ejército armado, porque no producimos las armas. Ni con ecología, ni con los gremios salvadores de negros, indígenas, obreros, mujeres, niños, osos frontinos, cujíes, o defendiendo derechos de gremios, religiones, géneros, o lo que sea.

Podemos sacar cantidades de ejemplos, del porque no podemos combatir contra el capitalismo, porque al final cada uno de nosotros lo que ambiciona es a ser libre en el capitalismo, es decir, dueños, pero sin arriesgar nada, disfrutar las mieles del capitalismo sin calarse las tragedias. Todo el mundo ambiciona a ser el protagonista de la película, joder y escoñetar todo para cogerse a la pareja ambicionada, sin tener que pagar nada al final y además ser aplaudido. Cada acción de esas, es apoyar al capitalismo, es mantener al capitalismo, porque le estamos manteniendo su propia dinámica de producción.

Es como querer ganar un juego y ser el mejor y querer que el árbitro sea justo y equilibrado y tener una buena barra y buenos uniformes, un lindo color, con un importante himno y escudo y combatir contra el bando enemigo con la mejor estrategia; pero que, al fin y al cabo, todo está dentro del mismo tablero y las mismas reglas que el capitalismo creó. Ninguna revolución ha trascendido esto (tal vez porque no era el tiempo de trascenderlo); por eso la importancia de valorar ésta, comprendiendo esa realidad.

Asesinos o sepultureros

Estamos en medio de una revolución, tenemos que entenderlo como clase. Por ejemplo Marx, que fue un escritor de la clase, nunca dijo que la clase era asesina del capitalismo, dijo que era sepulturera. Son dos oficios distintos, el de asesino y el de sepulturero; puede ser que eventualmente el asesino sea sepulturero o el sepulturero asesino, e incluso ser asesino y sepulturero una misma persona, pero los oficios son distintos, el que cobra por enterrar al que cobra por matar.

Marx fue claro, pleno como la luna llena, sepultureros, no asesinos, ¿Qué significa eso para la clase? El asesino va contra la víctima, la combate, ese es su fin, su mérito. El sepulturero, en cambio, sabe que hay un sujeto agonizando, a punto e' caramelo y se prepara, crea las condiciones, traza un plan, no para combatirlo, sino para enterrarlo, abonando tierra sobre su cadáver con otra manera de vivir sin él.


Por eso tenemos que tener una idea, tenemos que saber que está muriendo ahora el capitalismo. En este momento todo el sistema, sus resortes éticos se desbarataron, se fueron al caño de la historia, ¿Qué vamos hacer nosotros? esa es una gran discusión, lo primero que hay que hacer es decir la verdad, vomitarla a la calle, con la rudeza expresada por la revolución. No intentemos buscar una forma azucarada de decirlo, porque la vamos a cagar, porque las únicas formas que conocemos son las del capitalismo, y quien se expresa en el lenguaje de su enemigo, enemigo será, en sus formas y en sus contenidos. Intentemos nosotros decir este balbuceo como está saliendo el balbuceo.

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