domingo, 28 de septiembre de 2014

Guerra poder y fábrica trágica trinidad

Dios y el botín

El objetivo del poder es obtener botín, pequeño o grande, sea comida, ropa, armas, herramientas, territorio, símbolos, conocimientos, gente, agua, minerales.

Su construcción histórica ha pasado por distintas modalidades, desde el arrebatón descarado, el trueque o diplomacia del sometimiento compulsivo, hasta la refinación de la diplomacia del mercado, que legaliza y regulariza la razón de la fuerza que impone quién compra y qué compra. Todo ello sostenido en el crimen.

Lo que hace que se constituya el poder es la mezcla del hambre, el miedo y la ignorancia. Esa complejidad que creó el atraco directo en aquellos tiempos, arrebatarle al otro, quitarle el botín a los tipos y salir corriendo y ya no importa si lo mataba o no lo mataba, hasta complejizar eso, llegar a hacer conciencia de que si lo dejé vivo y después tengo que matarlo. La complejidad de los ejércitos, la aparición de los estados, pasar por distintas formas de ser dueño en esos complejos procesos, como el esclavismo, el feudalismo, hasta llegar a la perfección del poder burgués que es cuando se constituye la fábrica.

El arte de la guerra, la más brutal de todas las violencias para acumular y ostentar poder y beneficio, es en toda la historia el instrumento para desarrollar esto que llamamos ciencia, tecnología, civilización, progreso, crecimiento, glamur, decencia, refinamiento, arte, resumido todo en un concepto llamado humanismo; con la fábrica como su máxima coronación, como su principal y perfecto logro. Invadir de manera permanente al cuerpo natural.

Los anteriores sistemas o modos de producción que la guerra generó (todos sistemas de sometimiento), fueron circunstanciales. No era una esclavitud concebida como permanente ni eterna. Era sólo un producto de la guerra, una consecuencia más, como el incendio o la muerte de las personas. Porque quienes tenían el poder, su único interés era buscar y disfrutar el botín hasta que llegaba otra gente y le quitaba el botín y los instrumentos para obtener uno nuevo, era un ir y venir, un devenir histórico en el marco de la tragedia. Pero eso se fue complejizando, fue creando pensamiento, fue creando filosofía y cuando se llega la época de lo que llamaron la acumulación primaria de capital, ya para ese momento había todo un pensamiento constituido, una experimentación, un conocimiento y es cuando comienza a hablarse de lo humano como una realidad: las guerras ya no estaban justificadas en dios, en divinidades, en suertes, en destinos, sino que ya comenzó la guerra a tener un sentido más particular y es cuando aparece esa clase sustentada en un concepto que es el humanismo, que se propone ser perpetuo en la historia, lograr ser dios definitivamente. 

El reparto

Es cuando aparece lo humano como concepto, es decir, “yo mismo me dirijo, yo mismo me mando” y se crean todos unos parámetros sobre esa vaina, parámetros filosóficos, éticos, morales, jurídicos, estéticos y ese concepto expresa toda una complejidad que ya venía andando en la historia, que es la constitución de grandes ejércitos y esos grandes ejércitos necesitaban asentamiento permanente y esos asentamientos permanentes terminaron constituyéndose en ciudades[1] y esas ciudades requirieron de leyes específicas, aparecen las fronteras, aparece hacia 1500 el primer reparto oficial del mundo entre los dos grandes imperios. 

El famoso tratado de Tordesillas y todo especificado en el mapamundi. Y en la medida en que eso va adquiriendo desarrollo, va apareciendo un aparato de producción estable, este aparato de producción es el capitalismo, es el modo de producción capitalista que está sustentado en el concentrar las fuerzas en un solo punto específico y eso debía ser protegido de manera permanente. 

Entonces las cárceles comienzan a hacerse permanentes, los manicomios, la escuela, los cementerios. De hecho, no existía la cárcel como concepto hasta entonces, puede que existieran las mazmorras, lugares de aislamiento pero no de disciplinar. Como concepto disciplinario la cárcel surge en el marco del capitalismo. Al igual que la escuela y todas las demás instituciones que nos preparan para la fábrica. No tenían ese objetivo, ese objetivo comienza es cuando aparecen las necesidades de la fábrica, de tener el cuerpo de la gente permanentemente, es cuando se sabe que el cuerpo produce riquezas. Entonces comienza un proceso de disciplinamiento a través de la escuela y ese proceso va a generar un individuo disciplinado, obediente, estable, permanente que es el obrero, surge el esclavo moderno que es el obrero. Somos nosotros que comenzamos a aparecer, en medio de un saqueo sistematizado.

El cuerpo como botín

La conclusión a la que llegamos, no sabemos de qué manera lo pudieron haber expresado los pensadores burgueses, pero cuando resumimos después de algunas lecturas de Marx y de percepciones que hemos ido teniendo, en conversaciones y también por el hecho de que a la final hemos sido trabajadores en la fábrica, llegamos a comprender, que el objetivo definitivo de toda violencia estaba en el cuerpo mismo de la gente, la macro violencia está dirigida al cuerpo de la gente, al cuerpo del esclavo. En la complejidad histórica de su construcción como clase poderosa, los burgueses descubren que la riqueza no estaba en el territorio, en el río, en el mar, en la mina, estaba en la gente que podía transformar otras energías y materias primas en riquezas acumulables. 

Estas definiciones son muy modernas, no son de esa época. Para cuando Carlos Marx, define, desnuda al capitalismo como un sistema de características radicalmente distintas a los anteriores, ya el capitalismo había pasado por la acumulación primaria de capitales, se había robado el conocimiento del lejano y medio oriente, ya se había tragado a África y América con todo y gente, ya era dueño del mundo entero, ya se había impuesto en su totalidad, los métodos de saqueo, robo y crimen estaban justificados ya no en nombre de dios, sino en nombre del humanismo, de la ciencia, del arte, del progreso, de la civilización, de la libertad, igualdad y fraternidad.

Pero lo que se descubre en los análisis que hace Marx es que la riqueza no estaba en los territorios, no estaba en el combustible, no estaba en la energía fósil o la energía eólica o en la energía solar o la energía hídrica, estaba en la energía endosomática. Las conclusiones a las que llegamos, que es lo que estamos tratando de plantear, es que toda esa historia de violencia, al final, convirtió a la gente en el objetivo de la guerra permanente, que no es otro que la obtención del botín, es por ello que la fábrica es su más perfecta maquinaria. En los inicios de la guerra, nosotros no éramos su objetivo, la gente no era buscada para joderla sino para quitarle lo que tenía, para quitarle el oro, para quitarle la tierra, para quitarle los cochinos, las gallinas, para quitarle el botín. Claro está, la gente no se dejaba y eso producía la muerte como una consecuencia pero no como objetivo.

Si en ese control, el territorio tenía oro, tenía hierro tenia perlas, lo que fuera, entonces se instalaban ahí y usaban a la gente como esclavo, pero nunca se pensó que el esclavo producía riqueza, sino que el esclavo trabajaba la obtención de la perla y con la perla es que yo compraba, porque se creía que la riqueza era el objeto en sí mismo o la tierra.

Con el oro era que yo transformaba o hacía armas, la gente no estaba metida como un generador energético o como una energía que producía riqueza, imaginamos que hacia 1800, se comienza a hablar de esas vainas. Para entonces ya la fábrica está constituida como una productora de riqueza. Ya ha concentrado territorio, materia prima y gente en una sola dinámica, la guerra se ha transmutado, ya todo le sirve, no hay desperdicio, se puede obtener la riqueza desde cualquier parte del planeta sin grandes riesgos, los períodos de disfrute del botín se alargaron para el dueño, aunque las consecuencias violentas de la guerra sean permanentes para nosotros los esclavos. Ya la guerra no es un instrumento para obtener riqueza sino que ella la produce directamente.

La fábrica un complejo militar

Al aparecer el ser como productor de riqueza, entonces la fábrica nos volvió objetivo militar, desde su aparición.

La fábrica es un complejo militar que resume la gran violencia acumulada. La cultura capitalista es el resumen o la acumulación de toda la violencia que durante milenios las culturas guerreras amalgamaron hasta volverla necesidad en el cuerpo natural.

Ahora podemos entender que la violencia actual se ha refinado, es un arte, es un hecho jurídico, una razón filosófica, una virtud humana. Ya no es un tipo que atraca, esos son los inicios, un tipo que le da un coñazo, un palazo a otro y le quita el botín, entonces ese principio antiquísimo queda en el tiempo actual en manos de los más pobres, queda en la pistola, el chuzo, el hachazo del atracador y el atracado, en el cuento de las millones de veces en que nos estafamos los pobres unos a otros repitiendo en infinito la violencia de la supervivencia pero que jamás se complejizará al punto de serle un sustituto al sistema, sino cuando mucho un complemento. Incluso esa misma violencia que ejercemos los pobres hoy en día, la del arrebatón, el coñazo, el puñaleo, al igual que cualquier otra, tiene su origen, su dato primario en el robo de la fuerza de trabajo, que es la fábrica, el empleo. 

Fábrica y guerra

El capitalismo absorbió todo, controló todo y se constituyó en causa, raíz de esta cultura que somos.

Eso va ocurriendo en el marco de la misma guerra pero no es una particularidad mecánica. Ocurre en términos prácticos y se va complejizando, se va sistematizando la experiencia y luego se va aplicando en mayores escalas, en la medida en que eso va progresando.

Entonces, el objetivo final de toda guerra, de toda violencia es extraer el botín, eso hay que tenerlo claro que siempre va a ser así. El cuerpo es el portador del botín y es el cuerpo de donde se extrae. Ahora ¿Cómo lo extraigo? ¿Cómo legalizo ese robo? Tengo que generar una legalidad política, tengo que crear una jurisdicción, sentar jurisprudencia que me legalice ese robo del cuerpo y es cuando se crean todos los marcos del trabajo y el capital. Entonces el botín se llama plusvalía, término que se deriva después de complejas maniobras y explicaciones económicas que justifican el robo.

¿Por qué nosotros somos el objetivo militar inmediato? Porque ese sistema termina siempre colapsando. El mecanismo de producción masiva de riqueza, de extracción de botín, termina colapsando, como ha pasado otras veces. Las crisis periódicas del capitalismo. El sistema siempre genera un exceso de mercancía.

Esa producción de riqueza va a generar siempre un exceso de mercancía y nosotros somos la mercancía más importante, porque somos la mercancía que produce la riqueza, pero a su vez somos una mercancía viva que se reproduce a sí misma. Para cualquier capitalista sería una vaina de pinga que si yo extraigo riqueza de tí y tú te reproduces, nada tengo que invertir en tí, que vaina tan de pinga pareciera ser. Pero si genera crisis el stock de mercancía muerta ¿cómo no va a crear crisis una mercancía que se reproduce y que está obligada a consumir combustible para poder reproducirse?, ¿de dónde se alimenta sino de la riqueza que produce?

La pobreza crece siempre exponencialmente y la riqueza no.

Es aquí cuando surge la necesidad de eliminar las tres cuartas partes de la población. ¿Eso es nuevo? No. La claridad de que eso había que hacerlo viene de 1800, 1800 y tanto. Con un cura inglés que se llamó Malthus, que es el que habla de esa exponencialidad y por tanto los pobres debíamos ser eliminados.

De hecho, para estos intelectuales, para estos burgueses, los pobres no tenemos existencia, somos una mercancía. Y si eliminan carro ¿por qué no pueden eliminar gente? teniendo un mecanismo legalizado que es la guerra.

Hace 100 años, tal vez las guerras seguían siendo por apropiación de territorios y botines. Pero cuando el cuerpo se vuelve el botín, se convierte en objetivo militar directo, en este caso, porque como mercancía viva que es, se reproduce, consume riqueza y se hace una amenaza para la acumulación de dicha riqueza para los dueños del planeta.

De hecho el consumo empieza a superar la producción y el robo se hace masivo. El consumo no sustituye a la fábrica, sólo que no se puede mantener un ejército que no genere botín (porque se lo consume). A finales del siglo XIX, iniciando el XX, ya los intelectuales burgueses sabían que esa mierda iba para un stock y por eso crearon una vaina que se llamó la ley antimonopolio para evitar la concentración de la riqueza en una sola mano. Pero la dinámica de la producción no podía detenerse, entonces lo que había que hacer era eliminar mercancía muerta (que no se reproduce). Pero en esa primera guerra mundial no sólo se eliminó mercancía muerta, sino también mercancía viva (que se reproduce), se eliminó gente y las guerras pasaron de los lejanos campos, de colinas, de las cabezas de playas, orillas de ríos, a pelearse directamente en las ciudades (donde hay grandes concentraciones de civiles). Inventaron la primera guerra europea, que ellos llaman mundial.

En la primera gran guerra europea, las batallas comienzan a situarse ya en las ciudades, para la segunda guerra europea, Londres, por ejemplo, fue destruido. Hiroshima, Nagazaki y casi toda Europa la destruyeron. Millones de personas fueron eliminadas. En este momento, por ejemplo, Libia, Siria, Irak, Palestina, los Balcanes, ahora Ucrania, todos los bombardeos masivos se hacen es en las ciudades, son eliminaciones masivas de personas, conocidos con el eufemismo de “Daños Colaterales”.

Y esa necesidad de eliminar población masivamente les crea otra necesidad a los dueños, que es eliminar los Estados – Naciones. El Estado es un mecanismo que aparece en los tiempos de paz (en el descanso de la guerra, el reacomodo de las fuerzas y los ejércitos) para regular las relaciones, la constitución de las ciudades y estructuración del sistema. El capitalismo los creó en su momento para tener estamentos que limitaran el homicidio masivo, para crear reglas para la guerra y no matarse entre los dueños, pues las necesitaban.

Ahora saben que es mentira esas fulanas reglas pues necesitan salir a eliminar gente sin dolor, ni demagogia. Y entonces ahora el Estado es una rémora para el capitalismo, pues el crecimiento acelerado de la pobreza, que el mismo capitalismo genera, le es insostenible para sustentar la acumulación de riqueza de los dueños y por lo tanto el Estado se vuelve un obstáculo para eliminar pobres en términos planetarios.

Los culpobres

La violencia que deviene de un sistema económico que nos domina, que nos somete, tiene que ser analizada desde esa causa y no desde las consecuencias de ella. Porque a la final los pobres entendimos que no es trabajando como se apropia la riqueza sino robando como aprendimos de los generadores del delito matriz (el robo de la fuerza de trabajo nuestra por parte de los dueños).

Por ejemplo, si sumamos lo que se han robado los 40 mil presos comunes que hay en el país, incluso los presos de todo el mundo y diera unos 100 millones de dólares entre todos, nunca superarían el robo de plusvalía diaria que realizan las fábricas. Imaginemos que las fábricas se robaran un solo dólar diario por persona, estaríamos hablando de siete mil millones de dólares promedio. De manera que la violencia de una porción muy pequeña de los pobres no es sino un acto de defensa, una derivación de la violencia matriz. Un intento de sobrevivencia que incluso le genera ganancias al capital.

Pero aparte de eso, los que están presos, es lo que la sociedad ha desechado ya, el loco, el preso, se convierten en una mercancía desecho. Pero como esa mercancía se reproduce, hará todo lo que esté a su alcance para sobrevivir y en esa sobrevivencia se reproduce. Todo ese análisis de la violencia que vemos de los supuestos expertos, se reduce es a la violencia delincuencial, a la violencia de los pobres y de los pobres al más pobre. Escondiendo la verdadera razón de la violencia. Y tanto es así, que en esos análisis, la real violencia, la que nace del robo de la fuerza de trabajo, de la fábrica, no existe, no aparece como tal violencia, convirtiendo en violencia sólo la consecuencia, que es la pobreza.

Uno de los mitos, por ejemplo, de la violencia en el humanismo, es que el violento es el carajo sin estudios, pobre, negro, mujer, indio o cualquiera que no tenga las características del bien bebido y bien comido. Pero resulta que en este momento hubo 41 muertos a causa de que los ricos quieren eliminar al gobierno de Maduro e implementaron todo tipo de acciones violentas. Estos son muertos directos de personas que son estudiantes, profesionales, que viven en sitios que nada tienen que ver con Petare o la Vega, personas que nunca se han visto en las páginas rojas de los diarios, gente sin expediente, gente que a lo lejos se ve que no son caraeculpables. Pero ellos han producido la real violencia, que está derivada de la razón del poder económico.

Por eso repetimos, la violencia del pobre está circunscrita a la violencia de la supervivencia, que es una consecuencia, que no por eso deja de ser violencia; es igualito a la violencia ancestral por comer. La necesidad de comer, la necesidad de quitarse de encima el miedo, el hambre, la ignorancia, la necesidad de tener el conocimiento, lo único que le quedó al pobre fue esa violencia pequeña. Y esa violencia pequeña nunca va a superar la violencia instituida, organizada, pensada, concebida, sistematizada, que es la violencia que se ejerce directamente desde la fábrica.

No se roba el salario, se roba la plusvalía. El salario es una cuota parte del producto que generamos los trabajadores, que es para la subsistencia y que los patrones dicen que es por el trabajo que realizamos, eso es lo que llamamos salario. Eso es lo que el tipo nos entrega para él quedarse con la gran cuota parte y robarse la fuerza de trabajo. Toda violencia del pobre, la venta de droga en la esquina, el arrebatón, el tiro, la puñalada, el chuzazo, a la final, es consecuencia. Pero sí, hay una causa, el robo de la fuerza de trabajo legalizado.

La violencia virginal

Esa violencia primaria, esa violencia causante de las demás, que es el robo de la fuerza de trabajo y que legalizó el capitalismo, viene en realidad de la piratería. En el barco pirata se establecía el reparto del botín. En el reparto se suponía que se repartía en partes iguales, pero el capitán del barco obtenía una cuota parte sólo por ser capitán. Por ser dueño del barco obtenía otra cuota parte y le tocaba otra por combatir para obtener el botín. Es decir, él obtenía tres cuotas partes y el otro, una sola. Entonces para obtener mayor cuota parte, los otros, que no eran dueños, tenían que mocharse un dedo, un brazo, sacarse un ojo y lo cobraban; en las fábricas de hoy se pagan los dedos, las manos, los ojos, la columna. Entonces es de ese acto de piratería que nace la burguesía. La burguesía nace de uno de los actos de violencia más feroces que ha producido la cultura de la guerra.

La sociedad moderna o el humanismo no nace de los artesanos, como dicen, eso es un mito, es la parte idílica de los burgueses al crear su partida de nacimiento. No nacen del trabajo, (eso es lo que uno lee de las bellas historias que escribieron para ocultar sus orígenes criminales), no vienen de los tipos que estaban en las afueras del feudo y no eran los comerciantes de la vaina. Esta clase, la más grande criminal de la historia, nace de la más pura y virginal violencia.

Las guerras se complejizaron y de bolas que se van estableciendo alianzas de clases permanentes, porque la lucha de clase es eso, alianzas y desalianzas de las clases, se alían estos con aquellos, el otro y el otro con tal y se va constituyendo el poder.

Imaginemos una cárcel. La cárcel, que es una vaina pequeña. Un pran, supongamos que un pranato es la sociedad, el pran es el dueño mayor en ese micromundo económico que es la cárcel. El es el patrón, el principal y además hay pranes de pabellones; entonces siempre hay guerras entre pranes de pabellones permanentemente, hay guerra y este tipo le está cobrando la guerra a todos esos pequeños señores de la guerra dentro de la cárcel, el tipo le está cobrando, todo el mundo tiene que pagarle la protección a ese tipo, allá nadie puede estallar la guerra sin pedirle permiso al tipo y el tipo tiene que equiparlos, tiene que comprarle las armas. Este, a su vez, tiene relaciones afuera, entonces la cárcel se te convierte en un país, vamos a llevarlo a ese término, un país y tiene relaciones diplomáticas con los tribunales, con la policía, con los vendedores de cuanta vaina hay. Así podemos entender cómo la sociedad, la cultura capitalista, es una madeja criminal en donde todos estamos involucrados como víctimas y victimarios de manera permanente.

Tan es así que el capitalismo se reproduce en todas las escalas, que se llega al extremo de crear cárceles dentro de las cárceles para castigar a los que se portan mal. De hecho, logró que todos formemos parte de su lógica, cada quien siendo violento en su escala, pero sin nadie ser mas capitalista que otro, ni menos capitalista, cada quien a su escala de violencia.

Es así como la burguesía se va perpetuando criminalmente, como cultura poderosa que nos hace ser, soñar como ellos, eso sí, humanamente.


[1] Hoy casi tres millardos de personas viven hacinadas en las principales ciudades del mundo, las cuales territorialmente representan, apenas un 10% de la totalidad de la tierra habitable del planeta.

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