A
tarascazo limpio
Toda
información que viene de Estados Unidos, de Japón, es de derrumbe, de quiebra,
de miedo, que se están cayendo, que Europa está escoñetada. Allí no está
ocurriendo nada como no sean los síntomas de la muerte de lo quieto, que
estallará en millones de pedazos. Eso indica que hay un tiempo revolucionario
ocurriendo. Pero los tiempos revolucionarios no son como hemos pensado
equivocadamente que son: que hay un movimiento arrechísimo, dirigido por un
partido arrechísimo.
Aquí
en Venezuela, por ejemplo, esos que se hacen llamar vanguardia, que van a
salvar a las masas de su propia ignorancia y tal y cual, a ninguno de ellos la
gente le hace caso. Estamos realengos, eso no quiere decir que desunidos o
desorganizados, pero los políticos tradicionales, los que siempre nos usaron,
de izquierda o de derecha, los oportunistas, los sabios, todo el mundo intentó,
meterle atarraya, redes, chinchorros, a este cardumen compacto, que somos el
pueblo.
Lo
que no saben es que este cardumen tiene cuchillo, navaja, machete y la intuición
de que esas redes ya estaban podridas, y se van cortando las redes que nos
lanzan, que intentan contenernos, somos los propios caribes que a tarascazo
limpio vamos escoñetando redes.
Ahora
piensan que esto es un desastre, que esto no es una revolución, que aquí no se
cumple al pie de la letra, lo que su enciclopedia ilustrada dice, sobre lo que
una revolución debiera ser, y que los pobres seguimos siendo brutos, porque no
los seguimos como antes.
Pero
en una revolución las clases nos organizamos de acuerdo con las circunstancias.
Por ejemplo, para nosotros el PSUV es una maquinaria electoral, que nos sirve
para el propósito de ganar elecciones, y eso como clase lo sabemos, como
también sabemos que en tiempos de no confrontación electoral nos vemos obligados
a asumir otras formas orgánicas, para cumplir las otras tareas. Eso lo sabe el
directorio revolucionario.
Debemos
pensar en crear y fortalecer formas orgánicas para dar respuestas cotidianas a
los detalles de la revolución, formas orgánicas que no sean oficiales, que no
obedezcan al pasado, que sean dinámicas como exigen las circunstancias, formas
orgánicas para cumplir infinitas tareas, la propaganda, la investigación, la
experimentación, la formación, la producción, el arte, en donde los pobres
podamos desarrollar las inmensas capacidades que, colectivamente y en
condiciones favorables, somos capaces de crear. La historia así lo ha
demostrado. Formas orgánicas que nos acepten y que aceptemos, siempre en la
disposición de no convertirlas en eternas, sino en necesarias, de acuerdo a la
circunstancia.
En
esta revolución, hay tareas que parten de interrogantes y que requieren de
experimentos, donde todos los partidos pasan a ser entelequias, pasan a ser
instituciones muertas, cadáveres, como todo, todo lo que está
institucionalizado, iglesias, fábricas, escuelas, cárceles, cuarteles,
universidades.
Todas
esas instituciones se mueven en la contradicción que se genera con la
revolución. Si bien el psuv es una entelequia como origen (El partido moderno,
ya pasa los cien años en todas sus variantes, de cuadros, de masas,
clandestino, semiclandestino, que también está siendo cuestionado por la
hoguera revolucionaria) como lo es el ejército, como lo es la iglesia, como lo
es la escuela, en su seno, hay una contradicción que igualmente le ocurre a
todas las instituciones en medio de la revolución; donde hay gente que quiere
acomodarse, que no quiere que ocurran
más vainas, que quiere hacer negocios, otros que piensan que la revolución es
darle casa a la gente, carro, estudio, cargos, sin cobrar unos y cobrando otros
por los favores, otros que quieren con buenas intenciones que se haga justicia.
Asumamos
el abismo con sinceridad
Pero
los carajos nunca se imaginan, que la revolución es, un hecho destructivo, que
se está produciendo en la cultura humanística, porque está extremadamente
enferma, y eso hace que toda la sociedad se confronte, se mueva, se diluya, se
vuelva trágica toda su relación. Hay otro sector que entiende la necesidad de
crear, de pensar, de experimentar, de construir lo distinto, y hay otro sector
que lo único que quiere es que alguien le resuelva todo sin hacer nada, que son
los del pensamiento mágico en el seno de la sociedad.
Una
señal principal de que hay una revolución no es lo bonito, sino más bien lo
feo, el derrumbe, porque eso es lo que es una revolución, una revolución no es
un acto bello, no es un acto hermoso, si fuera verdad que la revolución
generara actos hermosos nos preguntaríamos, ¿dónde está el arte de esta
revolución?, el arte que estaría mostrando esta revolución debería estarse
produciendo en este momento, sería una vaina arrechísima, pero el arte que se
está transmitiendo ya existe, sus formas son viejas, repiten, el poema, la
canción, la pintura, el teatro todo eso ya existe, se compra y se vende, no
hemos inventado nada y la mayoría queremos hablar de lo bonito, pero lo seguro
es que habrá un arte que expresará la tragedia y para cuando la sociedad se
cure, es decir, que construya otra cultura, la sociedad expresará a través del
arte esa otra manera de vivir, de comprender, de estar en la realidad.
Pero
ese repetir es parte de la revolución, son las contradicciones permanentes, en
ésta en particular, donde las vitrinas del humanismo se quiebran, se caen los
santos de las tarimas pero la fuerza de la costumbre nos lleva a querer
remendar los vidrios, vestirlos de rojo, en vez de terminar de pulverizarlos.
Eso es parte de estos tiempos revolucionarios que vivimos, la contradicción, en
todos los extremos; es su verdadero ser.
Un
ejemplo de que aquí hay una revolución, es que acción democrática antes de los
diez años ya era un partido de acomodados y unos seguidores frustrados y copey
y todo los demás partidos ya eran una vaina vieja, acostumbrada, cansada,
corrompida, jodida, selectiva diciendo siempre las mismas cosas. Pero este
gobierno lleva catorce años de los veinticinco en revolución y ahí está
llevando coñazos, ¿Por qué? porque no se trata de darle comida a la gente, casa
y vainas para que seamos, felices para siempre y colorín colorado, porque la
revolución, por su misma condición, impide que nos acomodemos.
Porque
aunque se nos de comida y vainas, por ejemplo, si no estuviesen las condiciones
mundiales en las que está el imperio, como están las trasnacionales, a este gobierno
lo hubiesen tumbado muy rápido, porque no es sólo la visión y el esfuerzo de
Chávez, que entiende que se deben cambiar las instituciones para que se
fortalezca lo que ocurre aquí, sino que también debe ocurrir en todos los
países. Por eso todos sus viajes, por eso todo su trabajo diplomático, esa
cantidad de trabajo de convencimiento, toda esa intensión de mantener a todo el
mundo trabajando en función de un hecho, tratar de convencer a muchos líderes
en el mundo de que ellos no tenían otro camino porque el marco revolucionario
los iba a escoñetar, porque es que la revolución está arrasando con España, con
Rusia, con Japón, con Estados Unidos, con todo, está cuestionando todo. Y es
ahí, donde Chávez es un gigante, cuando comprende a la perfección qué carajo es
el capitalismo y sus contradicciones actuales y desenmaraña todo el tejido de
la propaganda capitalista y logra reunir a todos los malos de la película, a
los bandidos a fin de poder detener la satrapía de los cándidos humanos,
mientras la izquierda interna y externa lo condena por reunirse con dictadores;
¡brujas! ¡bichos! ¡lagartos de rabo largo!; siempre mal informando, siempre
rotando cagalera a los tipos, por la limosna capitalista; la que les permite la
comodidad del tobo de mierda en que viven, deshojándose el ombligo en nombre
del mucho amor que nos tienen.
Y es
ahí donde debemos, como pueblo, (en lugar de salvar vidrieras, de agarrarnos de
lo que creemos bonito, para evitar el cuestionamiento de esta revolución)
asumir ese abismo, no buscar salvar un coño que no tenga fuerza propia para
mantenerse de pie y valorar la sinceridad de estos tiempos cuando nos muestra
nuestras miserias y todo lo feo en que nos volvió el ser humano y su cultura,
para pensar cómo asumir eso de ser gente cuando se piense y se construya el
tiempo calmo.
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